En día recientes llega a mis manos una pequeña publicación religiosa en la que destacaba entre sus trabajos una reflexión en la que pude apreciar en su justa medida las razones por las que el pueblo cubano desaprueba a las organizaciones oportunistas que tratan de imponer su presencia en espacios sagrados para el pueblo que no tiene a más que repudiarlas por lo denigrante e irrespetuoso de su actuar.
Transcripción del trabajo de marras:
Damas
de Blanco: ¿Siervas del señor, o profanadoras de templos?
Por
Yolanda Jiménez Portuondo, devota de la iglesia Divina Pastora. Santa Clara.
Villa Clara.
Noviembre
de 2014.
Bochornoso
suceso del que lamentablemente tuve la desdicha de ser testigo, el que
ocurriese el pasado domingo 19 de octubre con una de las denominadas “Damas de
Blanco”, en la iglesia Divina Pastora de la Ciudad de Santa Clara, en el centro
de Cuba.
La
vergüenza provocada y el respeto por la biblia, el cual he cultivado desde los
primeros años de mi juventud, domingo tras domingo en tan Santo Templo, me han inspirado a dar
sagrado testimonio de lo que considero un irrespeto total por la palabra del
señor.
El
citado día al concluir la sagrada misa, una persona en total estado de
embriaguez o poseído por el diablo, en la propia casa del señor, comenzó a
vociferar en tono escandaloso toda clase de injurias e improperios contra una
de estas señoras en el momento en que ya se hace tradicional que se fotografíen
usando como tela de fondo nuestra Iglesia.
Las
ofensas fueron más allá de un simple ataque a la señora en cuestión de la cual
supe se llamaba Lizandra, cuya madre también es de las Damas de Blanco. El
joven airado ofendió a todo su grupo, con ofensas denigrantes y obscenas y
ofendió también a todos los feligreses que fuimos testigos de tal injuria y al
propio señor que espero sepa perdonarlo, más denigrante fue la respuesta de estas
señoras, fingiéndose desentendidas algunas, o respondiendo con un rosario de
palabras similares otras, que en lugar de exponer la otra mejilla tal como
rezas las antiguas escrituras, sacaron dentro de si toda la fetidez del alma y
el lenguaje para opacar a aquel agitador y ser protagonistas estas, de la más
grande profanación que he visto en un templo de Dios.
Nunca
me he interesado, ni mi interesa la política, tengo fe cristiana en que toda
criatura creada por la mano divina acuda a ella, en busca del perdón por los
pecados cometidos y de la salvación misma, en un mundo tan tormentoso como el
que vivimos y más aún en un país como el nuestro, en la que tal vez por obra y
gracia de fuerzas oscuras, se cultiva el irrespeto a las buenas costumbres y a la
decencia humana.
No
quiero referirme a los motivos divinos o políticos que impulsan a estas mujeres
a ir solo los domingos a la iglesia Divina Pastora, no quiero referirme
a la forma a veces grosera en que alaban al señor, mal rezan las oraciones o mal
escuchan la palabra divina a través del padre que oficia la misa, no quiero
referirme siquiera al desprecio por la
pureza que representa el color blanco por el modo grotesco o inadecuado en que
visten sus prendas ya no tan blancas en algunas de ellas, ni a lo que pensase
el mismísimo Jesús, cual si se tratase de los mercaderes que expulsase con su
látigo del Templo del Señor.
Solo
quiero referirme a lo que la presencia de estas señoras provoca entre los que
sentimos un profundo arraigo por los mandamientos bíblicos, dentro de los
cuales nos hemos cultivado y a las afrentas hechas a nuestro señor arrastradas
hasta su propia casa por estas personas cuya Fe es tan dudosa como su moral,
hoy fue una escena desagradable, mañana ¿que nos esperará?
Creo
fielmente que la palabra del señor no se debe usar con fines mezquinos, creo
que se debe respetar y debe servir de guía a las almas perdidas, creo que
debemos abrir nuestros corazones a las enseñanzas bíblicas, creo que toda
criatura debe encomendar su alma al señor porque el señor mismo fue quien nos
creó, pero creo que al menos se debe aprender a respetar al señor en su propia
casa.
Dios
bendiga al mundo,
Dios
bendiga nuestra isla y lime nuestras diferencias
Dios
salve las almas de todos los perdidos.
Amén.
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