Días tristes corren para el mitómano Guillermo Fariñas Hernández el que ha visto como las leyendas que ha fabricado en tormo a su persona van perdiendo credibilidad entre las únicos espectadores que han querido creer en sus embustes: los Dinosaurios Batistianos Radicados en Miami.
Sobradas muestras han dado los otrora seguidores de este comodín que tanto dinero ha costado al contribuyente estadounidense para que al final de su camino, luego de viajes costosos por el mundo, cenas fastuosas, hospedajes en hoteles caros, se haya mostrado descarnadamente como el oportunista, mentiroso e inestable mental que siempre ha sido. A final, exhibirse al mundo, se ha convertido en su principal error contribuyendo a formar el la opinión pública internacional el mismo concepto sobre su persona que desde siempre a tenido el pueblo cubano que lo rodea a diario en su entorno.
Ahora Fariñas tiene otros problemas mayores. Sus financistas lo van dejando a un lado como una moneda de pago obsoleta y devaluada. Los grupos opositores internos lo evitan y se burlan de sus constantes denuncias sobre pretendidos hakeos y robos de sitios que solo han ocurrido en su mentalidad desequilibrada, en busca del protagonismo perdido. Pero la más terrible muestra de esta inmundicia humana está por mostrarse, luego de que sus escasos mercenarios calaran en su justa medida el alcance de su bajeza y la actitud manipuladora con la que siempre los ha tratado, porque Fariñas, sencillamente, no cree ni respeta ni a sus propios lacayos.
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